Déjame, pensamiento, déjame.




Déjame, pensamiento, déjame, mañana seré tuyo, volveré a ser tu presa.
Pero hoy, mientras la luz araña en los árboles y pide una oportunidad,
quiero que me recoja la inútil primavera.
A la casa del frío regresaré mañana, cuando el tiempo exponga sus razones
y el corazón pregunte lo que falta por ver, cuántos latidos pueden quedarle
para detenerse.

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