Nunca conocí a quien le hubiesen dado de bofetadas. Todos mis conocidos han sido campeones en todo. Y yo, tantas veces bajo, tantas veces guarro, tantas veces vil, yo tantas veces irreplicablemente parásito, indisculpablemente sucio, yo, que tantas veces no he tenido paciencia para bañarme, yo, que tantas veces he sido ridículo, absurdo, que he ocultado los pies públicamente en las alfombras de la etiqueta, que he sido grotesco, mezquino, sumiso y arrogante, que he sufrido afrentas y callado, que cuando no he callado, he sido más ridículo aún; yo, que les he sido cómico a las criadas de hotel, yo, que he sentido el guiñar de ojos de los mozos recaderos, yo, que he hecho vergüenzas financieras, pedido prestado sin pagar, yo, que, cuando la hora del puñetazo surgió, me he agachado hacia afuera de la posibilidad del puñetazo; yo, que he sufrido la angustia de las pequeñas cosas ridículas, yo verifico que no tengo par en todo esto en este mundo. Toda la gente que yo co...