HOMBRE DESCONFIADO.



`Por las dudas´ dijo mi abuelo Pablo y se llevó la escopeta a la iglesia. No desconfiaba del cura ni del monaguillo, sino de mi padre. Se sentó en el primer banco, muy cerca del altar, colocó el arma entre sus piernas y de vez en cuando acariciaba el gatillo. Así, durante toda la ceremonia, Después, la guardó en su funda y salió al atrio donde mis padres eran recibidos por una lluvia de arroz.



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