Entradas

Mostrando entradas de julio, 2009

Botella al mar.

Y tú quieres oír, tú quieres entender. Y yo te digo: olvida lo que oyes, lees o escribes. Lo que escribo no es para ti, ni para mí, ni para los iniciados. Es para la niña que nadie saca a bailar, es para los hermanos que afrontan la borrachera y a quienes desdeñan los que se creen santos, profetas o poderosos.

Y el mar en todo.

Somos quienes no somos, y la vida es veloz y triste. El ruido de las olas por la noche es un ruido de la noche; ¡y cuántos lo han oído en su propia alma, como la esperanza constante que se deshace en la oscuridad como un ruido sordo de espuma profunda! ¡Qué lágrimas lloraron los que obtuvieron, qué lágrimas perdieron los que consiguieron! Y todo esto, durante el paseo en la orilla del mar, se me tornó el secreto de la noche y la confidencia del abismo. ¡Cuántos somos! ¡Cuántos nos engañamos! ¡Qué mares suenan en nosotros, en la noche de ser nosotros, por las playas que nos sentimos en los encharcamientos de la emoción! Lo que se ha perdido, lo que se debería haber perdido, lo que se ha conseguido y ha satisfecho por error, lo que amamos y perdimos y, después de perderlo, vimos, amándolo por haberlo tenido, que no lo habíamos amado; lo que creíamos que pensábamos cuando sentíamos; lo que era un recuerdo y creíamos que era una emoción; y el mar en todo, llegando allá, rumoroso y fresco,

Lisbon revisited.

No: no quiero nada. Ya dije que no quiero nada. ¡No me vengáis con conclusiones! La única conclusión es morir. ¡No me traigáis estéticas! ¡No me habléis de moral! ¡Quitadme de aquí la metafísica! No me prediquéis sistemas completos, no me ensartéis conquistas de las ciencias (¡de las ciencias ! , Dios mío, de las ciencias) ¡De las ciencias, de las artes, de la civilización moderna!   ¿Qué mal les hice yo a los dioses todos? Si tenéis la verdad, ¡guardadla! Soy un técnico, pero tengo técnica sólo dentro. Fuera de eso soy loco, con todo el derecho de serlo. Con todo el derecho de serlo, ¿oísteis? ¡No me molestéis, por el amor de Dios! ¿Me queríais casado, fútil, cotidiano y tributable? Me queríais lo contrario de esto, lo contrario de cualquier cosa? Si yo fuese otra persona, os daría, a todos, por el gusto. Así, como soy, ¡tened paciencia! ¡Iros al diablo sin mí, o dejadme ir solo al diablo! ¿Para qué habremos de ir juntos? ¡No me cojáis el brazo! No me gust

Poema en línea recta.

Nunca conocí a quien le hubiesen dado de bofetadas. Todos mis conocidos han sido campeones en todo. Y yo, tantas veces bajo, tantas veces guarro, tantas veces vil, yo tantas veces irreplicablemente parásito, indisculpablemente sucio, yo, que tantas veces no he tenido paciencia para bañarme, yo, que tantas veces he sido ridículo, absurdo, que he ocultado los pies públicamente en las alfombras de la etiqueta, que he sido grotesco, mezquino, sumiso y arrogante, que he sufrido afrentas y callado, que cuando no he callado, he sido más ridículo aún; yo, que les he sido cómico a las criadas de hotel, yo, que he sentido el guiñar de ojos de los mozos recaderos, yo, que he hecho vergüenzas financieras, pedido prestado sin pagar, yo, que, cuando la hora del puñetazo surgió, me he agachado hacia afuera de la posibilidad del puñetazo; yo, que he sufrido la angustia de las pequeñas cosas ridículas, yo verifico que no tengo par en todo esto en este mundo. Toda la gente que yo co

Si yo pudiera morder la tierra toda.

Si yo pudiera morder la tierra toda y sentirle el sabor sería más feliz por un momento... Pero no siempre quiero ser feliz es necesario ser de vez en cuando infeliz para poder ser natural... No todo es días de sol y la lluvia cuando falta mucho, se pide. Por eso tomo la infelicidad con la felicidad. Naturalmente como quien no se extraña con que existan montañas y planicies y que haya rocas y hierbas... Lo que es necesario es ser natural y calmado en la felicidad o en la infelicidad. Sentir como quien mira. Pensar como quien anda, y cuando se ha de morir, Recordar que el día muere y que el poniente es bello y es bella la noche que queda. Así es y así sea.

Esta vieja angustia.

Imagen
Esta vieja angustia, esta angustia que traigo hace siglos en mi, rebasó la vasija, en lágrimas, en grandes imaginaciones, en sueños al estilo de pesadilla sin terror, en grandes emociones súbitas sin sentido alguno. Rebasó. ¡Mal sé cómo conducirme por la vida con este malestar haciéndome dobleces en el alma! ¡Si al menos enloqueciese de veras! Pero no: es este estar entre, este casi, este poder ser que esto. Un interno en un manicomio es, al menos, alguien, yo soy un interno en un manicomio sin maniconéo. Estoy loco en frío, estoy lúcido y loco, estoy ajeno a todo e igual a todos: estoy durmiendo despierto con sueños que son locura porque no son sueños. Estoy así... ¡Pobre vieja casa de mi infancia perdida! ¡Quién te diría que yo me repeliese tanto! ¿Qué es de tu niño? Está loco. ¿Qué es de quien dormía tranquilo bajo tu techo provinciano? Está loco. ¿Quién de quien fui? Está loco. Hoy es quien yo soy. ¡Si al menos tuviese una religión cualquiera!

La educación del estoico.

Todo lo que pienso y siento, inevitablemente, se me convierte en inercia. El pensamiento, que en otros es una brújula para la acción, es para mí un microscopio de ella, donde veo universos que atravesar ahí donde un paso bastaría para transponerlos como si el argumento de Zenón sobre el carácter interminable de cada espacio, que, por ser infinitamente divisible, es infinito, fuese una extraña droga con que me hubieran intoxicado el organismo espiritual. Y el sentimiento, que en otros se introduce en la voluntad como la mano en el guante, o la mano en la empuñadura de la espada, fue siempre en mí otra manera de pensar, fútil como la rabia que nos hace temblar hasta el punto en que no podemos movernos, una especie de pánico exaltado que, como el pánico, deja inmóvil al temeroso a quien el mismo miedo debía de hacer huir.

Lisbon revisited.

Imagen
Nada me ata a nada. Quiero cincuenta cosas al tiempo. Con la angustia del ávido de carne anhelo no sé bien qué: definidamente lo indefinido... Duermo inquieto, y vivo el soñar inquieto del que duerme inquieto, a medias soñando. Me cerraron todas las puertas abstractas y necesarias. Corrieron las cortinas ante todas las hipótesis que habría podido ver en la calle. En el callejón donde me encuentro no está el número de puerta que me dieron. Desperté a la misma vida que me había adormecido. Hasta mis ejércitos soñados sufrieron la derrota. Hasta mis sueños se sintieron falsos al ser soñados. Hasta la vida sólo deseada me harta -hasta esa vida... Comprendo a intervalos inconexos, escribo en los lapsos de cansancio y es tedio hasta del tedio lo que me arroja a la playa. No sé qué destino o futuro compete a mi angustia sin timón; no sé qué islas del Sur imposible son las que me aguardan, náufrago, o qué palmares de literatur

Comentarios sobre mi último libro de poesía:

Estás mejor que nunca. transaste. una bosta. mi madre te odia. sos rico. sos el mejor escritor de lengua inglesa. ¿puedo ir a verte? escribo como vos, sólo que mejor. ¿por qué manejás un BMW? ¿por qué no das más recitales? ¿todavía se te para? ¿conocés a Allen Ginsberg? ¿qué pensá

La cuestión se plantea.

...ni el espacio ni la posibilidad, yo no sabía exactamente qué era, y no experimentaba la necesidad de pensarlo; eran palabras inventadas para definir cosas que existían o no existían frente a la urgencia apremiante de una necesidad: la de suprimir la idea, la idea y su mito y de hacer reinar en su lugar la manifestación trotante de esta explosiva necesidad: dilatar el cuerpo de mi noche interna, de la nada interna de mi yo que es noche nada, irreflexión, pero que es explosiva afirmación de que hay algo a lo cual puede ceder lugar: mi cuerpo.

Heliogabalo.

En toda poesía hay una contradicción esencial. La poesía es la multiplicidad machacada y que lanza llamas. Y la poesía, que devuelve el orden, resucita primero el desorden, el desorden de los aspectos inflamados; hace que se entrechoquen aspectos que reduce a un punto único: fuego, gesto, sangre, grito. Devolver la poesía y el orden a un mundo cuya propia existencia es un desafío al orden significa devolver la guerra y la permanencia de la guerra; significa traer un estado de crueldad aplicada, significa provocar una anarquía sin nombre, anarquía de las cosas y de los aspectos que se despiertan antes de hundirse de nuevo y fundirse en la unidad. Pero quien despierta esa anarquía peligrosa es siempre su primera víctima.

He pasado toda la noche sin dormir, viendo.

He pasado toda la noche sin dormir, viendo, sin espacio tu figura. Y viéndola siempre de maneras diferentes de como ella me parece. Hago pensamientos con el recuerdo de lo que es ella cuando me habla, y en cada pensamiento cambia ella de acuerdo con su semejanza. Amar es pensar. Y yo casi me olvido de sentir sólo pensando en ella. No sé bien lo que quiero, incluso de ella, y no pienso más que en ella. Tengo una gran distracción animada. Cuando deseo encontrarla casi prefiero no encontrarla, Para no tener que dejarla luego. No sé bien lo que quiero, ni quiero saber lo que quiero. Quiero tan solo Pensar en ella. Nada le pido a nadie, ni a ella, sino pensar.

La educación del estoico.

Imagen
La dignidad de la inteligencia reside en reconocer que es limitada, y que el universo está fuera de ella. Reconocer que, nos guste o no, las leyes naturales no se pliegan a nuestros deseos; que el mundo existe independientemente de nuestra voluntad; que el hecho de estar tristes no prueba nada sobre el estado moral de los astros, ni del pueblo que pasa detrás de nuestras ventanas; ahí reside el verdadero uso de la razón y de la dignidad racional del alma.

La educación del estoico.

Como el gladiador en la arena, cuyo destino lo llevó de esclavo a condenado, saludo, sin que tiemble el César que haya en este circo rodeado de estrellas. Saludo de frente, sin orgullo, pues no puede tenerlo el esclavo; ni alegría, pues el condenado no puede fingirla. Mas saludo, para que no falte a la ley aquel a quien toda ley falta. Y, después de saludar, clavo en el pecho la espada que no me servirá en el combate. Si el vencido es el que muere y el vencedor quien mata, entonces, confesándome vencido, me declaro vencedor.

Correspondencia de la momia.

Esa carne que ya no se tocará en la vida, esa lengua que ya no logrará abandonar su certeza, esa voz que ya no pasará por las rutas del sonido, esa mano que ha olvidado hasta el ademán de tomar, que ya no logra determinar el espacio en el que ha de realizar su prehensión, ese cerebro en fin cuya capacidad de concebir ya no se determina por sus surcos, todo eso que constituye mi momia de carne fresca da a dios una idea del vacío en que la compulsión de haber nacido me ha colocado. Ni mi vida es completa ni mi muerte ha fracasado completamente. Físicamente no existo, por mi carne destrozada, incompleta, que ya no alcanza a nutrir mi pensamiento. Espiritualmente me destruyo a mí mismo, ya no me acepto como vivo. Mi sensibilidad está a ras del suelo y poco falta para que salgan gusanos, la gusanera de las construcciones abandonadas. Pero esa muerte es mucho más refinada, esa muerte multiplicada de mí mismo reside en una especie de rarefacción de mi carne. La inteligencia ya no tiene san

Escrito en un libro abandonado en un viaje.

Tengo el cansancio anticipado de lo que no voy a encontrar. Si en determinado momento me hubiera vuelto para la izquierda en lugar de para la derecha. Si en cierto instante hubiera dicho sí en lugar de no, o no en lugar de sí. Si en determinada conversación hubiese tenido frases que sólo ahora en el entresueño elaboro. Si todo esto hubiera sido así hoy sería otro y quizá el universo entero sería insensiblemente llevado a ser otro también. Pero sólo ahora lo que nunca fui ni seré me duele. Voy a pasar la noche a Cintra porque no puedo pasarla en Lisboa pero cuando llegue a Cintra me va dar pena de no haberme quedado en Lisboa. Siempre esta inquietud sin resolución, sin nexo, sin consecuencia. Siempre, siempre, siempre. Esta angustia excesiva del espíritu por nada. En la carretera de Cintra, o en la carretera del sueño, o en la carretera de la vida. A la izquierda hay una casucha al borde de la carretera. A la derecha, el campo abierto con la luna a lo lejos. El auto que parecía hace po

Aztecal VIII

En este poema de muertos se te murió tu padre, se murieron tu abuelo y tu siembra y se acabó la tarde en una mirada. En este poema de muertos se murió el amor de tus antiguos, se murieron tus pájaros y se calló la estrella de tu frente como un puñado de rosas enfermas. En este poema de muertos se te murió la vida, y por segunda vez se te murió la patria cuando tú te quedaste mirando como un arco iris sin color. En este poema de muertos se te partió la sangre en dos ríos azules, y un esqueleto de sombras en tus ojos de nieve busca la libertad de tu pueblo.

El maldicionero.

(fragmentos) A los poetas que murieron cuando éramos niños, mutilados de lengua, del sonido y del aire. A los poetas revolucionarios, prisioneros, maestros de la voz, antipájaros que un día se estrellaron en el vómito del agua. Bajo mis pies hay una ciudad de pájaros subterráneos, la noche los ahoga. El cuervo endurece, lo hace indiferente a la humillación, tantas veces repetida la circunferencia en el aire, ¿qué importa que el aire sea distinto?, buscador incansable de una línea. El hipócrita oído se hace inofensivo, la tierra cae y se filtra con la delicadeza de su peso, la humedad de la hoja desprendida renace en el ojo, tierra y sal se identifican en un nuevo estilo de soledad. El agua deja su sabor y se detiene en la sombra, nadie sabe que estuvo de visita, habló del contenido de una sustancia que denunciará la debilidad de los sentidos. La lengua se neutraliza y a la arena le crece una uña de pasto. Cuando apenas era un niño su esp

El cóndor de los andes, víctima de sueños

(fragmentos) ¿De qué color es tu alma hombre?, ¿dónde quedó el último aliento de tu sombra?, ¿dónde quedó tu pasado?. En la sombra de la vida, que es una sola, cae un eco de destinos imposibles. Cuesta soltar la soledad a la orilla de la vida, la hierba crece hacia adentro y se hace el ojo de la tarde indefinida. Como una tempestad de ilusiones la herida cicatriza el instante de antiguos sufrimientos donde la oruga prepara su cosecha de sueños. El párpado del pájaro guarda su último canto de desdichas en la madrugada que a nadie dice nada. Caen rayos de ira, el viento levanta su coraje de espinas. Enamorada el ave suicida sigue en el vuelo su inmensa soledad. Viene nuevamente el recorrido de todo lo pasado, y la orilla del espejo vuelve a desdibujar en el aire la imagen que agoniza. No hay nada más que decir, te has ido de nuestros sueños, de la vida, sólo ha quedado tu sombra en el vuelo imaginario que tiene en su remordimiento una escritura

Los ojos de Berta.

¡ Bellos ojos de mi niña, por donde se filtra y huye yo no se qué de bueno, de suave como la noche ! ¡ Bellos ojos, volcad sobre mí vuestras deliciosas tinieblas ! ¡ Grandes ojos de mi niña, arcanos adorados, os parecéis mucho a esas grutas mágicas donde, detrás del montón de sombras letárgicas, centellean vagamente tesoros ignorados ! ¡ Mi niña tiene ojos oscuros, profundos y enormes, como tú, noche inmensa, iluminados como tú ! Los fuegos son estos pensamientos de amor, mezclados de fe, que chispean en el fondo, voluptuosos o castos.

Escena en un mar.

Todo lo que dice bordea el asunto. Habla de tierra rara, de un hotel, de varios obstáculos. Una mirada complaciente casi le abraza. Llega de un remoto trazo de letra. A cualquiera no le escriben. Tengo miedo de abrir los regalos, los dejo a la sombra del mueble. Si hubiese en ellos esa señal acabaría tirándome por la ventana. Es mucho mejor que las habitaciones de ese hotel... y después, fíjate, resulta un desencanto el envoltorio. Quiere lo que esconde la arena ese vaivén que sólo el viento es capaz de insinuar con su fuerza. Me dice: Transcurren los días encerrada todavía no he acabado la novela me cuesta dejar la casa que no tuve sueño con habitaciones sin puertas hoy ha llovido. Me duele la cabeza. A veces me eclipsa el tarot y me decido. Aquel viejo ajuste de cuentas me preocupa en sus melodías borrosas. Ya no es la que era. ¿Quién es la que era? Un trío de jóvenes afina la garganta van a cantar y el ruído es espantoso. Habla a borbotones y cae de su

Sensación en el labio.

Me da sorpresa bajar por la ventura de mis emociones porque para qué haber estado alta si la fiebre la produce el recorrido. Tengo un beso junto a la boca y un tiempo para que dure la sensación del beso que recibo y la inscripción de la sinceridad. Otro tiempo no lloraré sin saberlo que es como ahora que por encima de la conciencia está la voluntad de sentir un beso junto a la boca. Si ese beso se parte y va al labio una senda del beso que se fue se irá sin mí también y no será simétrico. Por eso es gran cosa.

El hielo de la noche de verano.

Alcanzar el absoluto tedio: designio y arcada todo junto, los que sueñan son más astrales que yo, no es preciso intuir ni saber, sólo con el desliz de la mano hacia su cintura me basta. Terquedad, frío, el hielo de la noche de verano. .

La derrota da pruebas de que estamos vivos.

Recuerdo dos horas seguidas. Luego un abatimiento. Se filtraba la luz, pero anochecía. Yo era otra. ¿Dónde estará aquella ropa? Era la misma que soy ahora. Menos cosas que recordar menos vida, o más vida, o poca vida. O ninguna vida por delante ni hacia atrás. Mi vida. ¿Qué es mi vida? Estaba sentada en otra silla: lo recuerdo, estructura de madera recubierta de lona. Sobre una mesa con el cristal resquebrajado escribí un poema, ¿o era el mismo poema? Un ansia de recordar lo invade todo y decido escribir cinco o seis poemas más. Me llevan a raros lugares donde estuve. No sufro. Sufría. ¿Mejor o peor? Abatimiento porque recuerdo la misma soledad. La misma soledad no me convierte en otra persona. Será ése el hilo, mi fantasma, mi amor, el que me eleva y me deshace, pero no me perturba. Sería cuestión de sentir distintas soledades. Varias soledades. Que muchas soledades se agolpasen de pronto para ir al supermercado, o sintiendo deseos de ir al mar. Que todas

Bajo los auspicios.

La cosa más profunda que he vivido ya la he olvidado. Ahora sólo me importa arreglar la ventana si se rompiera, o limpiar los cristales. Todas las verdades han sido un largo pronunciamiento sin fecha, de pronto no recuerdo ninguna. Se confunden encaramadas bajo los auspicios de mi necedad que tampoco se precia. A mí me gusta el encantamiento de ciertas tardes, cuando lo evidente no es real. .

Himno.

A la amadísima, a la muy hermosa que colma mi corazón de claridad, al ángel, al ídolo inmortal, ¡ salve en la inmortalidad !. Ella se derrama en mi vida como un soplo impregnado de sal, y en mi alma insaciable vierte el sabor de lo eterno. Sachet siempre fresco que perfuma la atmósfera de un caro refugio, incensario siempre lleno que humea en secreto a través de la noche, ¿ cómo, amor incorruptible, expresarte con veracidad ?. ¡ Grano de almizcle que yaces, invisible, en el fondo de mi eternidad !. A la buenísima a la muy hermosa, que me infunde alegría y salud, al ángel, al ídolo inmortal. ¡ Salve en la inmortalidad !

El bosque amigo.

En las sendas pensamos cosas puras, uno al lado del otro, fugitivos, cogidos de la mano, y pensativos en medio de las flores más oscuras. Íbamos solos, como enamorados, entre la verde noche del sendero, compartiendo el fugaz fruto hechicero del astro que aman los enajenados. Después, muy lejos, en la sombra densa de aquel íntimo bosque rumoroso, morimos -solos!- sobre el césped blando. Y arriba, en medio de la luz inmensa, ¡oh, amigo del silencio más hermoso, nos encontramos otra vez, llorando!

Lo perdido.

¿Dónde estará mi vida, la que pudo haber sido y no fue, la venturosa o la de triste horror, esa otra cosa que pudo ser la espada o el escudo y que no fue? ¿Dónde estará el perdido antepasado persa o el noruego, dónde el azar de no quedarme ciego, dónde el ancla y el mar, dónde el olvido de ser quien soy? ¿Dónde estará la pura noche que al rudo labrador confía el iletrado y laborioso día, según lo quiere la literatura? Pienso también en esa compañera que me esperaba, y que tal vez me espera.

Un lector.

Imagen
Que otros se jacten de las páginas que han escrito; a mí me enorgullecen las que he leído. No habré sido un filólogo, no habré inquirido las declinaciones, los modos, la laboriosa mutación de las letras, la de que se endurece en te , la equivalencia de la ge y de la ka , pero a lo largo de mis años he profesado la pasión del lenguaje. Mis noches están llenas de Virgilio; haber sabido y haber olvidado el latín es una posesión, porque el olvido es una de las formas de la memoria, su vago sótano, la otra cara secreta de la moneda. Cuando en mis ojos se borraron las vanas apariencias queridas, los rostros y la página, me di al estudio del lenguaje de hierro que usaron mis mayores para cantar espadas y soledades, y ahora, a través de siete siglos, desde la Última Thule, tu voz me llega, Snorri Sturluson. El joven, ante el libro, se impone una disciplina precisa y lo hace en pos de un conocimiento preciso; a mis años, toda empresa es una aventura que linda con la