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Mostrando entradas de febrero, 2010

Credo.

Aquí estoy... En este mundo todavía... Viejo y cansado... Esperando a que me llamen... Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita y condenada y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro y me ha dicho severo: No, no es la hora todavía... hay que esperar... Y aquí estoy esperando... con el mismo traje viejo de ayer, haciendo recuentos y memoria, haciendo examen de conciencia, escudriñando agudamente mi vida... ¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... Todo lo perdí. Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda... Y mi esperanza se levanta para decir acongojada: Otra vez lo haré mejor, Señor, porque... ¿no es cierto que volvemos a nacer? ¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer? Creo que Dios nos da siempre otra vida, otras vidas nuevas, otros cuerpos con otras herramientas, con otros instrumentos... Otras cajas sonoras donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor para ir corrigiendo lentamente, muy lentamente, a través

Piedra de sal.

Tu estabas dormida como el agua que duerme en la alberca ... y yo llegué a ti como llega hasta el agua que duerme la piedra. Turbé tu remanso y en ondas de amor te quebraste como en ondas el agua que duerme se quiebra cuando llega a turbar su remanso dormida la piedra. Piedra fui para ti, piedra soy y piedra quiero ser, pero piedra blanda de sal que al llegar a ti se disuelva y en tu cuerpo se quede y sea como una levadura de tu carne y como el hierro de la sangre en tus venas. Y en tu alma deje una sed infinita de amarlo todo ... y una sed de belleza insaciable ...

El arte de la novela.

"El hombre desea un mundo en el cual sea posible distinguir con claridad el bien del mal porque en él existe el deseo, innato e indomable, de juzgar antes que de comprender. En este deseo se han fundado religiones e ideologías. Exigen que alguien tenga razón; la incapacidad de soportar la relatividad esencial de las cosas humanas, la incapacidad de hacer frente a la ausencia de juez supremo. Debido a esta incapacidad, la sabiduría es difícil de aceptar y comprender.

Cae el sol.

Perdóname. No volverá a ocurrir. Ahora quisiera meditar, recogerme, olvidar: ser hoja de olvido y soledad. Hubiera sido necesario el viento que esparce las escamas del otoño con rumor y color. Hubiera sido necesario el viento. Hablo con humildad, con la desilusión, la gratitud de quien vivió de la limosna de la vida. Con la tristeza de quien busca una pobre verdad en que apoyarse y descansar. La limosna fue hermosa -seres, sueños, sucesos, amor-, don gratuito, porque nada merecí. ¡Y la verdad! ¡Y la verdad! Buscada a golpes, en los seres, hiriéndolos e hiriéndome; hurgada en las palabras; cavada en lo profundo de los hechos -mínimos, gigantescos, qué más da: después de todo, nadie sabe qué es lo pequeño y qué lo enorme; grande puede llamarse a una cereza ( "hoy se caen solas las cerezas", me dijeron un día, y yo sé por qué fue ), pequeño puede ser un monte, el universo y el amor. Se me había olvidado algo que había