Serenata.


Como la voz de un muerto que cantara 
desde el fondo de su fosa, 
amante, escucha subir hasta tu retiro 
mi voz agria y falsa. 

Abre tu alma y tu oído al son 
de mi mandolina: 
para ti he hecho, para ti, esta canción 
cruel y zalamera. 

Cantaré tus ojos de oro y de onix 
puros de toda sombra, 
cantaré el Leteo de tu seno, luego el 
de tus cabellos oscuros. 

Como la voz de un muerto que cantara 
desde el fondo de su fosa, 
amante, escucha subir hasta tu retiro 
mi voz agria y falsa. 

Después loare mucho, como conviene, 
A esta carne bendita 
Cuyo perfume opulento evoco 
Las noches de insomnio. 

Y para acabar cantaré el beso 
de tu labio rojo 
y tu dulzura al martirizarme, 
¡Mi ángel, mi gubia! 

Abre tu alma y tu oído al son 
de mi mandolina: 
para ti he hecho, para ti, esta canción 
cruel y zalamera. 

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