El milagro de la sed.
Letra a letra
voy aprendiendo a olvidar la palabra.
El césped crece en letras coloreadas
en la mirada que les recorre el dibujo
el tejido incomparable del trazo
aún fresco.
Miras mis dedos desnudos
sembrando letras en la mañana
y tu deseo nace en dirección opuesta
a la palabra.
Abrázame con esa letra que se prolonga
alrededor de la cintura
y con la otra que me envuelve el hombro
porque la tarde resbala
y aún hay letras por recoger
porque la noche cae
y mis dedos invisibles
pueden formar palabras a oscuras.
Deshazme
suelta las letras del vestido
la cinta de las sandalias. En la chimenea
hay una letra todavía caliente
vamos a sentarnos a comer migajas
a multiplicar la sed
y a beberla del mismo vaso.
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