Cuando retumban los cascos de la noche.
Cuando retumban frente a mi portal los cascos de la noche,
caballo negro,
tiembla, como antaño, mi corazón, y me ofrece en el vuelo
la montura,
roja como el cabestro que Diomedes me prestó.
Dominante me precede el viento en la calle oscura
partiendo la negra melena de árboles dormidos
y los frutos, húmedos de luz de luna,
saltan asustados sobre hombro y espada,
entonces arrojo
el látigo sobre una estrella apagada.
Una sola vez detengo la carrera, para besar tus labios
infieles;
ya se enreda tu cabello en las riendas,
y tu zapato deja surcos en el polvo.
Y aún escucho tu aliento
y la palabra con que me golpeaste.
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