Berkshire.
Debo volver a casa, ya es muy tarde,
pero dices “espera, quiero verte
las rodillas con esas medias negras”.
Te muestro las rodillas. Me despido
por enésima vez. No quiero irme
ni tú tampoco quieres que me marche.
Me has enseñado fotos divertidas,
los países más raros en el atlas,
tu ajedrez, tus estampas de la Virgen,
tus lápices y alguno de tus versos.
Me has hablado de todo lo que odias
y de unas pocas cosas que te gustan.
Los dos por un momento hemos pensado
que estaban agotados los recursos,
pero mis piernas son definitivas,
y te hacen maquinar en un instante
una historia de amor nocturna y loca.
Volveré a casa ya de madrugada;
encontraré en la calle algún borracho,
un gato revolviendo las basuras,
los perros encelados que no duermen,
y hasta puede que el coche no me arranque.
Comentarios