Ni siquiera una dulce noche.

Aquel amor de fiebre y de tormento.
Aquel estar pendiente de la luna entre los cocoteros.
Por si ella me traía presagios de tu cuerpo.
Pero estaba demasiado enfermo para soportar
la intimidad de tus caricias. No hubieras conocido
en mí sino el temblor de un poeta y de su muerte.
Aquel temor de mirarnos a los ojos no era vano.
Estabas revestida de otro mundo. Estabas lejos.
Sobre todo cuando yo te amaba. Cuando era
de ti como la nube en el reflejo del agua.
Dentro pero lejos. Dentro, en el vientre
de una realidad inventada y fugaz.
Era íntegramente bello porque no toque;
tu cuerpo aunque tú lo querías y yo también.
Pero antes de mi deseo estaba mi futuro.
Estabas tú antes de mi deseo de ti
antes que el deseo estaba el amor.
Antes que el amor estaba la vida y la maldad
Aquel amor que no tuvo techo.

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