La educación del estoico.

Todo lo que pienso y siento, inevitablemente, se me convierte en inercia. El pensamiento, que en otros es una brújula para la acción, es para mí un microscopio de ella, donde veo universos que atravesar ahí donde un paso bastaría para transponerlos como si el argumento de Zenón sobre el carácter interminable de cada espacio, que, por ser infinitamente divisible, es infinito, fuese una extraña droga con que me hubieran intoxicado el organismo espiritual. Y el sentimiento, que en otros se introduce en la voluntad como la mano en el guante, o la mano en la empuñadura de la espada, fue siempre en mí otra manera de pensar, fútil como la rabia que nos hace temblar hasta el punto en que no podemos movernos, una especie de pánico exaltado que, como el pánico, deja inmóvil al temeroso a quien el mismo miedo debía de hacer huir.

Comentarios

Entradas populares de este blog

CUANDO VEO A DOS BESÁNDOSE...

Muchachas solteronas.