Heliogabalo.

En toda poesía hay una contradicción esencial. La poesía es la multiplicidad machacada y que lanza llamas. Y la poesía, que devuelve el orden, resucita primero el desorden, el desorden de los aspectos inflamados; hace que se entrechoquen aspectos que reduce a un punto único: fuego, gesto, sangre, grito.
Devolver la poesía y el orden a un mundo cuya propia existencia es un desafío al orden significa devolver la guerra y la permanencia de la guerra; significa traer un estado de crueldad aplicada, significa provocar una anarquía sin nombre, anarquía de las cosas y de los aspectos que se despiertan antes de hundirse de nuevo y fundirse en la unidad. Pero quien despierta esa anarquía peligrosa es siempre su primera víctima.

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