Ese gran simulacro.


(fragmentos)

Cada vez que nos dan clases de amnesia como si nunca hubieran existido
los combustibles ojos del alma o los labios de la pena huérfana
cada vez que nos dan clases de amnesia
y nos conminan a borrar la ebriedad del sufrimiento,
me convenzo de que mi región no es la farándula de otros.

En mi región hay calvarios de ausencia, muñones de porvenir,
arrabales de duelo, pero también candores de mosqueta,
pianos que arrancan lágrimas, cadáveres que miran aún desde sus huertos,
nostalgias inmóviles en un pozo de otoño,

el día o la noche en que el olvido estalle, salte en pedazos o crepite,
los recuerdos atroces y de maravilla quebrarán los barrotes de fuego,
arrastrarán por fin la verdad por el mundo y esa verdad será que no hay olvido.

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